martes, 12 de mayo de 2009

La puerta al reinado

Capítulo II

Y así, fueron pasando los años. La soledad y la tristeza se adueñaron del ansioso corazón del príncipe y sus utópicas ilusiones se comenzaron a apagar poco a poco.

Se volvió agrio, arisco, hipócrita e impertinente. Desdeñó de su lado todo aquello que pudiera causarle felicidad. Jugó con las mentes de las personas mas cercanas a el y trató de desmembrar las almas felices de los demás.

No soportaba que el mundo no fuese como él deseaba...

...Y tomó la decisión de expandir su reino, el reino de su mente, hacia fuera de su alma. Se juró a si mismo crear aquello que deseaba, fuera como fuese.

El reino, entró en guerra.

Miles de murciélagos de chocolate acosaban día y noche a los habitantes de su país, pequeñas marionetas desquiciadas ahorcaban a los ciudadanos rebeldes con sus hilos y dulces caballitos de cristal aprovechaban sus hocicos resquebrajados para mutilar a todo el que se cruzase en su camino.

Ahora, la soledad y la tristeza del corazón del príncipe, se vio reflejada en su reino. El pensaba que para mostrar su mundo, primero debía destruir este.

¿Realmente quería reformar su reino?¿No disfrutaría quizás con el dolor ajeno?

Nadie lograría comprenderlo..

viernes, 8 de mayo de 2009

La ventana al mundo.

Capítulo 1.

  Había una vez, en un reino muy muy lejano, un príncipe. Un príncipe que vivía en lo mas alto de la mas alta torre del mas alto castillo en la mas alta de las colinas de lo mas alto del país. Un príncipe que decidió cerrar su corazón a la vida. Un desdichado príncipe que se propuso jamás disfrutar del vuelo de una mariposa o de la ligera brisa de una tarde de marzo. Un triste, gris y desquiciado príncipe que decidió entregar el mando de su reino a su malvada madrastra. Un temeroso e introvertido príncipe que vivía por el mismo, sin otro fin en sus objetivos más que el de terminar su vida lo más pronto posible.

Una persona poco amistosa, era el príncipe de nuestra historia. Alguien que mentía solo por observar los resultados de sus patrañas. Un ser despreciable que disfrutaba controlando a las pocas personas con las que se relacionara, haciendo que fueran sus marionetas.

Digno de lástima era el gran príncipe.

 Sin ilusiones, sin sueños, sin esperanzas....Sin vida propia.

Día tras día, el príncipe, cerraba las almenas de su torre, se sentaba en su trono y cogía sus pergaminos.

-Dígame, estimado Sr. Sky, ¿Por qué mi reino reclama mi presencia fuera de estas paredes?- preguntaba a su consejero, un gran oso de color escarlata, elegántemente ataviado con levita y alzacuellos.- Creo, sinceramente, que es mejor idea que me quede aquí, encerrado, teniendo como ventana al mundo mi propia imaginación.

Diciendo esto, el príncipe, comenzaba a dibujar preciosas casas en su pergamino. Ciudades enteras, creadas de caramelos, chocolates y galletas. Praderas hermosísimas, habitadas por dulces ninfas y unicornios alados

-Mirad a las afueras, fiel instructor, y veréis que mi reino nada tiene que ver con lo que con ansias deseo...

Y así, acompañado solo de su fiel oso, pasaba los días completos.

Creando el reino que verdaderamente deseaba gobernar.